Estas fiestas nos ayudan a ese renacer, ese volver a nacer, ese desprenderse suavemente de piel seca y muerta, dejándola caer sobre la tierra para que la absorba y la transmute, ese reconectar con el amor en estado puro, con la esencia más delicada, con el latido primario del ser, aunque ni siquiera seamos conscientes de ello; con el sentido de pertenencia de formar parte de algo más profundo, más elevado, más intenso, mucho más trascendente. Y todo eso forma parte de la definición de la felicidad, por eso es el momento de recordar que hemos venido a este mundo a ser felices, única y exclusivamente, que todo lo demás que nos distrae, nos contamina, que nos hace perder la paz y la salud, no son más que proyecciones mentales que vamos alimentando hasta que nos desbordan. Y que todo aquello que nos aleja de esa felicidad nos indica sutilmente que no es positivo para nosotros, que nos separa de nuestro propósito de vida. Que todo aquello que se aparta de nuestra vida, que se queda atrás es porque ya ha cumplido su parte y debemos ayudarle a salir si ese es su deseo, soltando los apegos; y que todo aquello que llega es porque nos traerá algo que necesitamos para seguir evolucionando, aquí y ahora. Todo lo que nos haga sentir que «no», que nos falta algo, que nos incomoda en algún lugar, con alguna persona, o simplemente que no encaja, permítete analizarlo, échale un vistazo desde tu corazón, no desde tu mente, ni desde tus emociones, tan solo desde tu corazón, como un observador neutral, un espectador de una película, y entenderás el porqué.
El 31 de diciembre, el final del mes, el final del año, es el momento del balance, de revisar los meses pasados, lo vivido, de integrar los aprendizajes, de cortar los lazos pendientes del pasado, y de dar la bienvenida a los nuevos brotes que están creciendo a nuestro alrededor y que hemos tenido la valentía de ver. Es el momento de recordar las cosas bonitas que hemos experimentado, que han sido muchas, muchas más de las que recordamos, hay veces que nos regocijamos en lo negativo en vez de ver todo lo maravilloso que la vida nos ha regalado, la salud, la libertad, las risas, los amigos, las sorpresas, los reencuentros, la ilusión, la intensidad de esas emociones en nuestro corazón y el impacto en nuestras vidas y en las que nos rodean. Es el momento de dejar hábitos tóxicos, sean los que sean, si sentimos que ha llegado el momento de soltar. Es el momento de que todo lo que hemos observado que nos aleja de la felicidad tratar de cambiarlo.
También es momento de establecer que queremos conseguir el siguiente año, qué metas tenemos, que objetivos, que sueños. Y lanzar el deseo lo más lejos posible, con la mayor fuerza y la mayor ilusión.
En cualquier caso, lo que no debemos olvidar estemos en el momento del año que estemos, es hacer el trabajo de mirar hacia dentro, y observar como vivimos, sin juicios, sin etiquetas, sin emoción, pero siendo completamente realistas y sinceros con nosotros mismos. Dándonos cuenta de si es así como queremos vivir y como nos sentimos verdaderamente felices. Cuando buceamos en nuestra alma, nos vamos a encontrar varias capas, la primera de todas es la más densa, la que más nos va a costar atravesar, es en la que la mente se distrae fácilmente, la que parece que está hecha de cemento, tratamos de sumergirnos pero la mente nos invita a dejarlo una y otra vez, con miles de resistencias, nos ofrece hacer otras cosas mucho más placenteras, incluso nos dice que no seremos capaces; si conseguimos seguir adelante e ignorarla habrá merecido la pena porque llegaremos a conectar con ese espacio donde solo hay paz, y a vernos tal y como somos, tal y como hemos venido, desnudos, sin recuerdos y solos, pero llenos de sabiduría, de luz y de amor.
Vamos a crear un nuevo propósito para el nuevo año, vivir con felicidad y consciencia. Es una practica del Budismo que leí de las recomendaciones de Richard Gere, y es algo transformador. Vamos a comenzar el día expandiendo la felicidad, mírate al espejo y en vez de juzgarte negativamente por la cara que tienes recién levantado, te dices a ti mismo: «Te deseo felicidad», y con quien te cruces, persona, animal, planta, mentalmente le dices lo mismo, «te deseo felicidad». La fuerza de la intención y del pensamiento serán capaces de cambiar tu vida y las vidas de quienes te rodean. Pruébalo, no tienes nada que perder. ¡Feliz año nuevo!
Te deseo que vivas con consciencia, siendo el dueño de las riendas de tu vida.
Te deseo que la abundancia esté siempre contigo llenando cada uno de los rincones de tu alma.
Te deseo que el amor incondicional se expanda en tu pecho, lo sientas hacia ti y desde ti.
Te deseo que el día te muestre la ilusión y la magia que te acompañaba cuando eras un niño.
Te deseo que seas capaz de sorprenderte, de enamorarte, de arrancarte sonrisas y de hacerte conectar con la alegría ahora y siempre.
Te deseo que olvides sinceramente las culpas, los resentimientos y el odio. Que solo el perdón, el agradecimiento y la compasión abracen tu piel.
Te deseo que la paz viva en tu interior y nada, ni nadie la perturbe.
Te deseo felicidad.
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