BELLEZA PERFECTA
Desde hace un par de semanas, por mi actividad profesional estoy teniendo el privilegio de ver y masajear cuerpos de mujeres y hombres y esta nueva oportunidad me ha permitido redescubrir la belleza de nuestros vehículos físicos.
Es asombrosa la belleza que se despliega en cada uno de nuestros cuerpos, en cada centímetro de nuestra piel, en cada curva, en cada pliegue…
Todos tan distintos, tan perfectos, tan únicos, tan bellos.
A menudo los juzgamos como imperfectos, como inacabados, como erróneos cuando esconden tanta belleza y tanta magia.
Escogemos un prototipo de lo que creemos es bello o necesario y nos comparamos constantemente con ese ideal olvidando que este cuerpo que elegimos es el más adecuado para las experiencias que nos iremos encontrando en este viaje.
Y de la misma forma, juzgamos también los cuerpos de los demás, sometiéndolos a una crítica implacable y los dividimos entre buenos y malos, o bellos y feos, o perfectos o imperfectos. Y en ese momento nos impedimos ver la magia de la Vida en toda su plenitud.
Porque si algo es mágico es la diversidad de la creación.
Es increíble como la Vida se muestra de formas tan diversas, todas absolutamente únicas y diferentes, imprescindibles.
Pero nuestra necesidad de pertenencia a un grupo, de no ser diferente, de no destacar, hace que rechacemos eso que nos hace únicos y aquello que hace únicos a los demás.
Nos dejamos arrastrar por las opiniones de otros, dejamos de fluir con la Vida y nos perdemos la belleza de la creación.
Ahora, cuando me miro veo posibilidades infinitas, veo perfección, veo belleza, veo Vida.
Lo mismo que percibo cuando miro a los demás.
Imagen de StockSnap en Pixabay
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