Fue solo un instante y durante ese breve lapso de tiempo dejaste de ser un extraño y te convertiste en un viejo amigo. En ese momento me llegó el grito silencioso de tu alma.
Conectamos, nos reconocimos y estrechamos nuestros lazos invisibles, esos que consiguen estremecer sin tan siquiera rozarse, esos que consiguen hacernos sentir emociones plenas tan sólo en el encuentro de una mirada.
Tal vez podría mirar al horizonte, luminoso, brillante, hermoso y ese horizonte me devolvería el brillo perdido de tus ojos.
Esos ojos tristes, lánguidos, con un puntito de miedo, con otro puntito de amargura y con un profundo cansancio de la vida y yo te miro desde el otro lado del océano, sin apegos, sin sentimientos, sin habitar tus zapatos, con la libertad de dejarme sentir.
Sin entender como has llegado ahí, sin juzgarte por los pasos de tu caminar porque ni quiero, ni puedo, pero dejando salir una compasión que brota de mí y se revela, porque la vida amigo mío es un regalo, la vida es magia, la vida es una nueva oportunidad de comenzar una y otra vez.
La vida son instantes que conforman grandes y apasionantes momentos, como capítulos de una serie, como nuevas páginas en blanco de un libro.
La vida puede estar llena de risas, carcajadas, alegría y picos de felicidad. Por su puesto que también puede convivir con momentos completamente diferentes. Pero como yo diseño mi vida, prefiero verlo así que anclarme en el drama, la queja o el resentimiento.
La vida es integrar esos aprendizajes, especialmente los más retadores, los más tristes, y tener la capacidad de analizarlos para entender finalmente que han merecido la pena y que da igual la sangre vertida, las lagrimas derramadas, el dolor experimentado, la pena, la tristeza, la impotencia, la decepción, todo, absolutamente todo, mereció la pena.
La vida es tomar consciencia de que la realidad en absoluto no existe, que creamos cada uno de nosotros una realidad en base a patrones, creencias, educación, vivencias y pensamientos.
Y que podemos transformar a nuestro antojo como vivimos cada una de las experiencias de la vida dependiendo de nuestra actitud, eso no quiere decir que las obviemos, o nos engañemos, o las tratemos de ignorar. Sino que quiere decir que podemos ver cada experiencia desde una madurez emocional, como si nos colocáramos unos escalones por encima que nos permitan integrar cada aprendizaje sin hacerlos pasar por el escrutinio del análisis racional, sino del sentir absoluto y seguir creciendo en esta gran formación continua y sin pausas que es la vida.
Por eso cuando veo personas como tu que, aparentemente, tiran la toalla en algún momento, arrastrándola por el suelo, entregándose a una rutina carente de ilusión, y mostrando una actitud de muerto en vida, sin ilusión, lo miro, lo observo y trato de entender el porqué, porque sé que esa visión me muestra una imagen de mi misma y porque yo no querría terminar así.
Claro que si hurgo en mi corazón podría encontrar cosas que me duelen, cosas que me decepcionan, cosas que me hieren, cosas que me gustarían que fueran diferentes, pero considero que todo es perfecto, que cuanto vivo es lo que necesito vivir según mi propósito o plan de existencia. Que es lo que tengo que vivir. Y que es lo mejor para mí.
También hay tantas cosas bonitas, tantas ilusiones, tantas bendiciones, tantas alegrías, risas, conexiones, tanto amor auténtico en mi vida. Que vivo dentro de un vaso no sólo, que está medio lleno, sino que desborda.
La vida es maravillosa, es un regalo, pleno, consciente, que estoy aquí por algo, para algo, que no he venido casualmente, ni caprichosamente a sonreír únicamente, que he venido a trabajar para un bien común, a contribuir en esta vida, a expandir lo que tenga que expandir, a hacer llegar lo que tenga que hacer llegar, a trasladarte mi amor o desamor, mi luz o mis sombras, mi conexión o mis bailes en su busca, mi consciencia o toda mi inconsciencia.
A que te roce y que haga en ti lo que deba hace, ese es tu camino no el mío, mi camino es mi única responsabilidad y observo los caminos de los demás, con respeto, con poca curiosidad, sin entrometerme; que lleguen donde quieran llegar y sean quienes quieran ser.
Acompaño a quien está a mi lado, tratando de no juzgar cómo lo está haciendo, ni mucho menos de manipular como lo hace, luchando por estar presente aquí y ahora, sólo ellos tienen las claves para gestionar su propio camino. He aprendido, después de cargar absurdamente con muchas mochilas ajenas, a no echarme a la espalda lo de los demás; es más incluso de lo mío también libero peso, ya no hay que cargar nada, sino soltar todo.
Yo pretendo ser una presencia que escucha, puedo opinar si me lo piden desde mi única y limitada experiencia, doy calor y sonrío, también estoy para dejar mi hombro o reposar mi cabeza contra el suyo, observar, aprender, expresar, compartir, llorar o pedir ayuda. Todos somos maestros y alumnos. Hay mucho que aprender no sólo en nuestros propios procesos, sino también en los procesos de los demás.
Por eso cuando te miro, siento intuitivamente que tu luz puede iluminar mucho más pero que te anclas donde crees que está la seguridad. Algún día te empoderarás o no, dependerá de ti, de tu despertar o de tu voluntad para ello.
Sea como sea, gracias, por mostrarme tu oscuridad porque me permite ver la mía y me ayuda a ver el brillo de la luz aún con más fuerza, tu luz, mi luz, la luz.
Estamos en un momento energéticamente hablando muy potente, que no nos deja indiferentes, ni nos permite del todo ser pasivos. Sino que nos azota y nos reta a avanzar poniendo toda la carne en el asador, arrancando ya sin anestesia las pieles muertas que debíamos haber soltado hace mucho tiempo o directamente a irnos de forma rápida y comenzar de nuevo.
Feliz camino. Avanza si ese es tu deseo. Nos regalamos un bonito recuerdo, una dulce e inconsciente conexión.
Estoy segura de que ese instante ha sido transformador para ambos y de alguna manera ha integrado un poco más de consciencia en cada uno de nosotros.
Hasta la eternidad viejo desconocido. El día que expandas tu luz, un rayo desde tu corazón me llegará, como un susurro, como una caricia, como un beso.
0 comentarios