Amar con desapego, no significa amar con reservas, o con frialdad, o con el pie en el freno, o con la señal de alarma roja parpadeando en la mente. El amor consciente con desapego es un amor que no entiende de límites, sino de generosidad, de entrega incondicional, sin imponer restricción alguna, con asertividad si es necesario y desde luego sin egoísmo. Evidentemente ese amor consciente es mutuo, si no se nutre en perfecto equilibrio por los dos lados acaba por extinguirse. Es un trabajo de dos seres con un único fin, la felicidad reciproca.
Amar con desapego independientemente de la relación que sea, con la pareja, con los hijos o los padres, con los amigos, es permitir al otro ser él mismo, desde la aceptación, sin juicios, sin etiquetas, es amar con la libertad de permitir «ser», al otro y a uno mismo. Es entender que nadie nos pertenece, ni nosotros pertenecemos a nadie. Es ser consciente que haga lo que haga el otro, tendrá todo tu apoyo, si lo ha elegido será porque es perfecto para él o ella. Es aceptar que la opinión del otro ni es mejor, ni peor que la tuya, es diferente y suma, no resta, ni divide. No somos padres, ni jueces, ni verdugos, ni víctimas, somos cómplices. Muchos creen que lo viven de forma instintiva, pero sin embargo hay muy pocas relaciones con un desapego auténtico.
Es más fácil verlo en relaciones de pareja, tenemos por un lado, los que entienden que deben tener un papel de padre o madre, de cuidadores con su pareja, la pareja lo acepta y en muchos casos lo necesitan; decirles qué deben o que no deben hacer, qué deben o qué no deben comer y beber, como deben o no comportarse, que hablar o qué callarse y qué siguientes pasos deben dar en sus vidas. Esto no es amor con desapego, esta es una relación poco saludable, con roles y responsabilidades mal adquiridas tanto por parte del que tiene que «guiar» como por parte del que se «deja hacer».
Parecido al tipo anterior pero no para cuidar, sino porque parte de un claro posicionamiento de superioridad, está él o la que te dice lo que debes hacer porque tu no tienes ni idea, y si lo haces siempre lo harás mal. En el caso de los hombres con este patrón son claros maltratadores y en el caso de las mujeres con este patron son las clásicas castrantes. Son relaciones muy dañinas, con grandes problemas de autoestima tanto los que dominan como los que son dominados. Son de las que tienes que salir corriendo .
Por otro lado, encontramos a los que mueven los hilos desde la sombra, controlan y manipulan sin que se les note. Te alejan de amigos que ellos consideran tóxicos para ti, de los vínculos con familia que consideran que tienen poder sobre ti, y poco a poco te van aislando y te van haciendo creer que ellos son los únicos que te quieren, a quien importas. Los que están fuera lo ven, pero el que está dentro es incapaz de verlo. Esto no es desapego, esto son relaciones basadas en el miedo, en la inseguridad y en los celos.
Podemos encontrar también los que persiguen un interés oculto, puede ser económico o porque pueden ascender en lo que consideran un estatus social, puede ser afectivo o meramente sexual para cubrir su necesidad de no estar solos. Te llaman cuando te necesitan, te dicen lo que quieres oir y después desaparecen, dejando una profunda sensación de vacío y decepción. En cualquier caso, están basadas en la superficialidad y en el egoísmo. Esto no desapego, ni puedes llamarlo amor, estas relaciones suelen tener un fin claro mejor antes que después.
También nos podemos encontrar los de enganche rápido, esos o esas que de repente sin que sea mutuo, se aferran con uñas y dientes y se recrean una película que nada tiene que ver con la realidad. Pueden agobiar con llamadas, mensajes, con reproches, con obligaciones, con dramas. Y siempre eres culpable de algo que no entiendes muy bien porqué. Esto tampoco es ni amor, ni desapego, sino personas que tienen que trabajarse el equilibrio emocional.
Otra cosa que nos podemos encontrar también es descubrir por uno mismo el poder mágico del amor. Es cierto que el amor nos hace mejores personas, es como un elixir mágico que convierte a un sapo en un Príncipe o Princesa Azul, hay casos de verdaderas transformaciones. Y que dependiendo de la fuerza de los dos pueden ser magnificas. Eso sí, tiene una obsolescencia programada, cuando el amor desaparece, no reconoces al que tienes delante, te lo han cambiado de repente, sin avisar. Porque sin el embriagador halo embrujado del amor, lo único que queda del imponente pavo real es el triste pollo desplumado. Eso pudo ser algo cercano al amor, pero no desapego. La droga del amor hizo posible una transformación no en la esencia del ser, sólo en la superficie.
Las relaciones de pareja deberían ser la unión de dos seres afines en lo fundamental, en la forma de entender la vida, con los principios y la ética, que se aman y se retroalimentan. Son dos compañeros, dos iguales, un equipo perfecto, juntos en el camino de la vida, hoy es uno el que ayuda al otro a avanzar, y mañana será el otro el que lo haga. Deberían ser dos seres cuyo único objetivo mutuo es hacer feliz al otro, a través del respeto, la alegría, el sentido del humor, la comunicación eficaz, la empatía y el cariño, sin condiciones, sin expectativas, sin inseguridades, es decir sin miedo alguno. Y que incluso cuando el amor se acabe la honestidad, el cariño y el respeto facilitan y acompañan la ruptura. Esto es amar con desapego. Y aunque no lo creas existe. No hace falta encontrar a nuestra alma gemela para vivir un amor con desapego, basta con ir integrándolo en nuestro día a día, cambiando desde nuestro corazón.
Analiza tus relaciones, desde la neutralidad, sin emociones, se consciente de como las vives, sean del tipo que sean; incluso las más tóxicas han estado ahí para enseñarnos algo. Para mostrarnos tal vez lo que no queremos en nuestras vidas. Y para resaltar en negrita todo lo que tenemos que trabajar. Todo es perfecto, saca las conclusiones que quieras, sin culparte de nada, cambia lo que creas que debes cambiar y agradece siempre al otro la lección que has aprendido.
Permítete vivir relaciones auténticas en tu vida, que no te sirva cualquier cosa, es mejor estar solo a mantener relaciones insipidas, ama de verdad, con honestidad y valentía cuando encuentres a la persona adecuada y así te amarán tal y como tu quieres y tal y como tu te mereces. Pero para eso el primero que se tiene que querer y valorar es uno mismo. Haz limpieza interna, deja ir los resentimientos, los sentimientos de culpa, las decepciones, los miedos. No merece la pena limitar un brillante futuro por un penoso pasado. Reconstruye los pedazos del corazón una y otra vez, está hecho de ilusión, de esperanza y de amor universal. Es indestructible. Una vez que seas consciente de tu valor, que sepas lo que quieres y como lo quieres, llegará a ti, en carne y hueso, real. No lo busques, te encontrará. ¡Vívelo sin mirar atrás, perdona, pide perdón, explota de felicidad, da las gracias y vívelo con desapego!
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