Ya no hay mucho más tiempo, ya se agotan las oportunidades, el reloj va consumiendo la pila, ya no hay más espacios para recordar lo pendiente, ni más avisos para soltar lo que nos resistimos a dejar ir.
Es el momento de enfrentarte a tu imagen en el espejo y dejar salir aquello que ya no resuena contigo, lo que no forma parte de tu esencia, lo que se adhiere a tu cara y dibuja máscaras perfectas según el momento vital y la persona o personas con las que nos relacionemos.
Es el momento de confrontar a los viejos fantasmas que duermen abrazados a nuestro pecho cubriéndolo de miedos y sosteniéndolo con recelo. Es el momento de dejar de actuar fingiendo interpretar una función día tras día, la misma, año tras año, se acabó esa obra de teatro, es hora de romper el telón y no volver a subirlo ni a bajarlo, de tirar los viejos muebles, de reconocer a los compañeros y evaluar quien nos acompañará o no en el nuevo camino. De elegir incluso el público que queremos que nos aplauda,
Ha llegado el momento de despedirse de los hábitos, especialmente de los malos, de deshacerse de los tics nerviosos que se ocultan detrás de lo que nos duele, de las frases hechas, impostadas con nuestra mejor voz, de las salidas de emergencia, del ataque de pánico ante la leve aparición de alguna emoción que nos desestabilice, nos haga perder el control.
Ha llegado el momento de aceptar quienes somos, qué hacemos aquí, porqué hemos venido y cual es nuestro propósito de vida. Ha llegado el momento de reconocer quienes nos están ayudando a integrar, los que nos agitan, los que no nos aportan incluso o los que nos sostienen y nos recuerdan como reconectarnos con nuestro centro.
Dejando atrás el acomodo de ser simplemente humanos, terrenos, encarnados. Y soltando las alas del trabajo más profundo y álmico que debemos cumplir.
A nivel vibratorio todo está el un punto álgido, todo está en marcha, provocando desequilibrio sino estás en tu centro, encajándose, potenciándose. Todo lo que sentimos seamos conscientes o no, sepamos ponerle nombre o no, es real, está sucediendo. Desde antes del verano y hasta final de año estamos notando el pico más alto, de un proceso que se ha iniciado dependiendo de los casos hace un poco más de un año.
De nosotros depende dar ese salto evolutivo como seres espirituales o quedarnos orbitando alrededor de una fantasía llamada Matrix. Cuya diseño viene proyectado por nuestra mente, cada pensamiento, cada intención, cada palabra ahí se queda reflejada. Si estamos anclados en la negatividad será así, si estamos proyectando luz también nos devolverá esa luz. De cada uno de nosotros depende.
Si estas preparado, si es tu deseo, si crees que ha llegado tu momento, súbete y viaja, la consciencia plena será el destino de este maravilloso viaje. Atrás dejaremos viejos patrones de pensamiento, que nos limitan, que nos reducen a simples mortales.
Nos quedaremos en el presente, sintiéndonos plenamente vivos, meditando, siendo observadores neutrales, amorosos y compasivos de nosotros mismos y de todo cuando nos acontece. Abrazando lo que hemos sido, lo que somos y aquello en lo que nos convertiremos. Agradeciendo a cada ser que ha pasado por nuestra vida cada roce, cada cicatriz, cada susurro. Perdonándonos y permitiéndonos crecer, sin juzgarnos por ello. Cambiando la mentalidad del sufrimiento, del pecado, del castigo, del esfuerzo, del sacrificio. Por el camino del amor consciente e incondicional.
Si aún no estás listo, ya llegará un nuevo tren, los trenes siguen pasando, seguirán recogiendo y acercando la última estación de este planeta llamado Gaia.
Se acabó el tiempo de esperar sin actuar, sin tomar el liderazgo de tu vida, ni la responsabilidad de tus actos. Escucha las voces de tu silencio interior guiándote. No existe el ayer, ni existe el mañana. El tiempo es «Ahora».
Feliz Viaje. Feliz Ascensión.
0 comentarios