¡Párate!
Nos levantamos cada mañana con prisa, con la voluntad de correr, de avanzar, como de dejar atrás todo cuanto nos sucede. De acabar cuanto antes con las horas que nos separan del sueño. Somos como ratones en su jaula dando vueltas a una rueda que no nos conduce a ninguna parte, pero no dejamos de recorrerla.
¿Porqué corremos tanto? ¿Porque tenemos tanta urgencia por finalizar nuestro día?. ¿Porque avanzamos siempre mirando más allá? ¿Porque no somos más conscientes de como vivimos?
¡Párate!
La vida se nos escapa entre los dedos, mientras pensamos en lo que deberíamos haber hecho ayer o en lo que nos gustaría hacer mañana. Pero la vida, la realidad de la vida es lo que nos está pasando en este preciso instante, lo que está sucediendo en este momento presente, aquí y ahora. Y ese instante de fugacidad es lo real en nuestras vidas, lo único que podemos cambiar, lo único que podemos vivir con consciencia plena, disfrutar, exprimir, experimentar y hacerlo con atención y entrega, porque no volverá a repetirse. O bien podemos desperdiciarlo, malgastarlo inútilmente.
¡Párate!
La vida es una maravillosa aventura con fecha de caducidad, no somos conscientes porque no queremos enfrentarnos a esos miedos que nos paralizan, no nos han educado para morir, ni siquiera nos han educado para vivir. Valora si lo que estás haciendo y como estás viviendo es como te gustaría vivir. Si eres coherente contigo mismo. Si eres feliz en tu día a día. Y sino es así, qué puedes hacer para vivir con más plenitud y armonía tu vida. ¿Qué importa acumular bienes materiales y consumir como locos, para un mañana que no llegará, si hemos perdido nuestra libertad? ¿Qué importa lo que pensaran los demás, si hoy somos esclavos de una imagen superficial que no nos permite ser nosotros mismos? ¿Qué importa el orgullo si te ahogan palabras que brotan por salir y cuando quieras pronunciarlas tal vez sea demasiado tarde?
¡Párate!
Las cosas que sí importan, son aquellas que nos hacen sentir bien, nos hacen vibrar desde el corazón, nos dibujan una enorme sonrisa. Aquellas que nos hacen sentir la explosión de felicidad en todo nuestro ser.
¡Párate!
Venimos con un propósito y un plazo, que ignoramos, para cumplirlo. Y tal vez, sólo tal vez, deberíamos ser un poco más conscientes de nuestra mortalidad, no desde un punto de vista tremendista, o negativo, sino más bien todo lo contrario. Haz todo aquello que te ayude a sentirte más feliz contigo mismo, a respetar la naturaleza, los seres vivos y la libertad de los demás, a disfrutar de cada momento, de esos que merecen la pena, a fluir con el rio de la vida, a dejar ir para renovarnos y soltar lo que ya no nos corresponda, a compartir las ilusiones, a crecer un poco más cada día en la dirección que nos hace libres, a perdonar y pedir perdón, a regalar sonrisas a desconocidos capaces de cambiarles el humor, a plantar semillas a nuestro alrededor, a hacer reír a carcajadas, a escuchar desde la entrega, a besar con dulzura sintiendo que el tiempo se detiene, a entender que el otro también eres tu, a pensar en positivo, a buscar estrellas fugaces en la inmensidad del cielo, a madrugar para ver como el sol transforma el cielo de color, a sentir como la música te eleva, a admirar la naturaleza que nos sobrepasa, a levantar el pie del acelerador y vivir con conciencia, con entrega, con aceptación y con amor incondicional.
¡Párate!
Y Si hoy fuera el último día de toda tu vida…. Imagina cuál y cómo sería tu mejor plan para hoy.
Yo daría una gran fiesta en la playa, sería verano, haría calor, estaría rodeada de toda mi gente, de todas esas personas que son especiales y únicas en mi vida. Vestiríamos de blanco, rodeados de velas encendidas, nos bañaríamos en el mar arropados con la música, cantando a pleno pulmón. Me comería un cucurucho grande con dos bolas de helado, de chocolate negro y avellanas, o de trufa y pistacho, o de stracciatella y turrón. Cerraría páginas que aún no están cerradas, pediría perdón a quien aún se lo debo, perdonaría a quien aún no lo he hecho, meditaría para sentirme plenamente conectada, me reconciliaría con todo, con todos y en especial conmigo misma. Daría las gracias, me reiría sin poder parar hasta que me doliera la cara, abrazaría a mis hijos, a mi madre, a quienes amo, sintiéndoles por última vez entre mis brazos, bailaría hasta que mis pies ya no fueran capaces de sostenerme y así flotar suavemente de regreso a casa.
Párate y vive, aquí y ahora.
Gracias Popi por esta reflexión tan tan bonita. Intentaré PARAR más a menudo.
Muchas gracias a ti