¿Hacía dónde van las palabras que no se pronuncian?
¿Hacía dónde van las caricias que no recorren la piel?
¿Hacía dónde van las miradas que se esquivan?
¿Hacía dónde van los sueños que se abandonan?
¿Hacía dónde van las risas que no rompen el silencio?
¿Hacía dónde van los abrazos que no calientan el alma?
¿Hacía dónde van las lágrimas que no derramas cuando la tristeza te inunda?
¿Hacía dónde va el amor de tu corazón cuando no te das el permiso de sentir?
¿Hacía dónde va la vida cuando muerto te comportas?
¿Hacía dónde vas cuando no quieres ir?
¿Hacía donde vas cuando no puedes?
¿Hacía donde vamos cuando nos falta el rumbo?, mientras avanzamos corriendo hacia adelante, sin paradas, sin mirar atrás, sin saber realmente cual es nuestro destino. Con miedo a detenernos y no saber como seguir. Con el piloto automático a todo gas, sin importar si hay o no combustible capaz de mantenernos en movimiento.
¿Hacía donde van las intuiciones que no seguimos?, porque las pasamos por el filtro de la razón y atravesamos caminos que no sentimos internamente, e incluso que en nuestro propio cuerpo crean resistencias.
Vivimos profundamente desconectados de nosotros. Enfocados hacia fuera, en el exterior, en el otro, en lo que sucede alrededor. Tal vez no nos hayan educado para mirar, tal vez nos aterre encontrarnos, tal vez no estemos dispuestos a asumir la responsabilidad de lo que hay o tal vez nos perdamos en la falsa ilusión del tiempo. «No tengo tiempo», si no tenemos tiempo para nosotros, es que realmente no queremos ver hacia donde vamos.
Y si es así, pongámosle consciencia. No quiero tomar el mando de mi vida, asumir mi responsabilidad ni decidir como quiero vivir. Quiero seguir creyendo que la culpa es de los otros. Que yo soy una víctima. Que la meditación o el silencio o la calma no son para mi. Que cuidarme o priorizarme es un ejercicio de egoísmo. Que tengo mala suerte. Qué el mundo es injusto. Y que pase lo que pase en la vida, tengo algo por lo que quejarme.
Pero si este discurso no resuena contigo, tal vez haya llegado el momento perfecto de parar, de detener tus pasos, de dejar de correr, de preguntarte hacia donde quiero ir y hacia donde estoy yendo. De detener el ruido externo, de bajar el volumen que nos rodea y de comenzar a darle voz a tu interior.
Busca un lugar tranquilo, en el que nadie pueda molestarte por un momento, desconéctate de las tecnologías y respira, comienza únicamente respirando, llevando tu atención hacia dentro, sintiendo el aire que entra y sale por tus pulmones, convirtiéndote en un espectador de ti mismo, en un cómplice de tu paz, en tu compañero de tu caminar, en un ser amable, compasivo y amoroso hacía ti.
Lo que habita en tu mente es lo que se refleja en tu vida. Son tiempos para construir, sanar, trabajar y dejar ir. Son tiempos para ser cada día más auténticos, escucharnos mucho más y cada vez mejor. Elevar la vibración propia y por consiguiente la ajena.
Mantente en el presente sin juicios, siendo neutral ante todo y ante todos, especialmente ante ti; sin dejarte llevar por las energías de los demás o su estado de ánimo. Mira a tu alrededor sin miedos, ni amenazas, sin culpas, ni culpables y siente realmente dónde está tu sitio, tu lugar.
¿Hacía donde vamos? Hacía dónde, en otro tiempo y en otro espacio, decidimos que teníamos que llegar. Ni tu, ni yo sabemos exactamente dónde será y porqué así lo decidimos. Pero sí sabemos que hagamos lo que hagamos hay un fin y un bien mayor.
Todo cuando acontece en la vida tiene una razón, las experiencias que vivimos, las personas que nos encontramos, los imprevistos que surgen, las conexiones que «casualmente» aparecen, una simple palabra, un gesto, una respuesta. Todo es por algo y todo es para algo. Si estamos desconectados no lo vemos, y se nos repite una y otra vez hasta que por agotamiento podamos verlo.
Así que compañero de encarnación, abre tus alas, expande tu consciencia, confía en la vida, confía en el universo, confía en ti, confía en que eres mucho más que un cuerpo físico que un día más o menos cercano dejarás atrás.
No busques maestros fuera, eres tu único maestro.
¡Que la luz y el amor sean tu brújula y tu guía!.
Muy buen aporte. Gracias por compartirlo.
Muchas gracias a ti