Hoy descubro la brisa en la cara, el rubor en las mejillas. Hoy descubro el rocío sobre las hojas, el murmullo de los árboles. Hoy descubro el trino de los pájaros, el crujir de los muebles viejos. Hoy descubro como late mi corazón, como se expresa mi cuerpo. Hoy descubro que soy hombre, que soy mujer, que soy un ser. Hoy descubro que soy anciana, adolescente y niña. Hoy descubro que estoy viva fuera de un cuerpo. Hoy descubro que soy mucho más de lo que veo y de lo que soy capaz de entender. Hoy descubro que soy el todo y la nada.
Porque hoy he hecho el firme propósito de dedicarme a mi, que se pare el mundo y con él mi mente, para sentirme aquí y ahora. No hay nada más que eso. No existe “hace un momento”, ni existe “dentro de un rato”. Sólo existe este momento que es único y que no volverá a repetirse.
Y me miro hacia dentro, donde no queremos mirar porque duele, porque asusta; y en vez de encontrar fantasmas, encuentro que es donde hay paz, donde hay un silencio sonoro y sutil. Y desde el centro de mi corazón, con un amor infinito me pregunto: ¿Cómo estoy?, ¿Cómo están mis pies, mis piernas, mi tronco, mi estómago, mi plexo solar, mi corazón?, ¿Cómo está mi espalda, vértebra a vértebra?, ¿Cómo están mis manos, mi antebrazo, mi codo, mi brazo?, ¿Cómo están mis hombros, mi cuello, mi mandíbula, boca, oídos, ojos?, ¿Cómo está mi cabeza y mi mente?.
Por unos instantes soy espectadora de todo, sin identificarme con nada. Solo observo y percibo, experimento lo que mi corazón siente, sin justificarlo, sin entenderlo, sin ponerle nombre, y mucho menos juicio. Acepto que mi mente es una televisión que está haciendo zapping todo el tiempo y que van y vienen un montón de pensamientos. Con paciencia y cariño voy dirigiendo la mente donde yo quiero, a la respiración, no donde ella quiere.
Es como un niño al que hay que ir educando poco a poco, con amor y comprensión. No hay que domarla o someterla o maltratarla, hay que educarla con un profundo respeto. Y sino me sale hoy, me siento feliz por haberlo intentado y mañana conseguiré un poquito más, y al otro, otro poquito más. No voy a permitir fustigarme por no hacerlo perfecto, no voy a ser mi peor juez, ni mi verdugo. Yo soy la mejor versión de mi misma en este momento de mi vida. Y eso es lo tiene que hacerme sentir orgullosa.
Voy a aprender a quererme, respetarme y sentirme cada día mejor conmigo misma. A mirar dentro, a descubrir quien soy, qué estoy haciendo aquí y qué he venido a hacer. Y una vez que haya hecho todo esto, que haya hecho «los deberes» podré amar, perdonar, respetar, dejar de culpar, entregarme, sentir empatía y tolerancia hacia los demás. El camino comienza por uno mismo.
Hoy descubro a empoderarme, a ser más compasiva, a sentir el latido con toda la fuerza de vida entre mis manos, a entender que todos estamos donde debemos estar y somos aprendices y maestros. Hoy descubro que no estoy sola, que siempre estas a mi lado, que puedo sentirte cuando cierro los ojos, o cuando los abro, que me sostienes aún antes de caer, que me miras a los ojos y siento como me invade un amor, imposible de explicar, dentro de mis entrañas.
0 comentarios