LO SIENTO, PERDÓNAME.

por | Sep 3, 2018 | Reflexión | 0 Comentarios

Quiero pedir perdón a todos aquellos a los que les he fallado, de una forma u otra. Que esperaban algo de mi que no pude darles. Lo siento, perdóname.

Quiero pedir perdón a todos aquellos a los que he herido por las decisiones que he tomado, no ha sido mi intención, al menos de forma consciente, ni he pretendido ser el verdugo de nadie. Lo siento, perdóname.

Quiero pedir perdón a mi padre por no sentir nada por ti antes de conocerte, y por sentir lástima de ti al hacerlo. Lo siento, perdóname.

Quiero pedir perdón a mi madre, por juzgarte cuando era una niña y esperar que fueras una madre convencional, como las que tenían mis amigos, menos mal que no fuiste esa madre, sino que fuiste y eres aquella que me mostró otras ciudades, otras culturas, otros continentes, la que expandió mi conciencia y me regaló la libertad. Lo siento, perdóname.

Quiero pedir perdón, por permitir que el orgullo no me dejara expresar las palabras que salían del corazón, y muchas veces he callado lo que sentía porque me dejaba demasiado vulnerable o he escupido con saña lo que me ha molestado. Lo siento perdóname.

Quiero pedir perdón por enamorarnos como colegiales, por escribir poemas de amor sobre tu espalda juntos bajo la luz de las estrellas, por esos besos con el sabor de la ternura y el arranque de la pasión. Por sentir que el suelo había desaparecido bajo nuestros pies y volábamos. Y cuando nos separamos tu al sur, yo al norte, no pude mantener esa relación a distancia y huí con mis recuerdos al olvido y segué lo que pudo haber sido por miedo, por inmadurez. Lo siento, perdóname.

Quiero pedir perdón por si te he fallado como amiga, si no me has encontrado en casa para escucharte, si mi teléfono estaba apagado, o si estaba lejos de ti para apoyarte cuando más me necesitabas. Lo siento, perdóname.

Quiero pedir perdón porque no haya sido la mujer que tu habías idealizado en tu cabeza, aquella con la que habías deseado envejecer y vivir el amor para toda la vida, la que te esperara cosiendo al lado de tu madre, feliz de verte llegar tras los partidos de fútbol. Lo siento perdóname.

Quiero pedir perdón por no respetarte profesionalmente, por sentir que no quería convertirme en lo que veía reflejado en ti. Por esperar que se humanicen las empresas y no permitan a personajes como tu anular y maltratar a las personas. Lo siento, perdóname.

Quiero pedir perdón por ser una madre que ama a sus hijos y la única aspiración que tiene es verles felices, libres y plenos. Seguramente no tendrán sus habitaciones perfectas, ni las camisas ordenadas por colores y me pedirán que sea su taxi, pero son alegres, equilibrados emocionalmente, vibran desde el amor y me invitan a ser su cómplice en la vida. Lo siento, perdóname.

Quiero pedirte perdón aunque ya no estés en este mundo, perdóname por ser la adolescente rebelde con la que te enfrentabas una y otra vez buscándote las vueltas, la que llegaba cada día más tarde a pesar de saber que estabas despierta esperando, que te quería más que a nada en este mundo pero era incapaz de pensar en algo que no fuera ella misma. Lo siento perdóname.

Quiero pedir perdón por haberte permitido ser tu mismo, por haberte apoyado incondicionalmente, por regalarte la tolerancia, la valentía y la lealtad, por no haberte puesto límites, ni fronteras, por haber creído en ti y por haberte empujado a superarte día a día. He comprendido tarde que posiblemente no estabas preparado para un amor así. Lo siento, perdóname.

Me pido perdón a mi misma, por olvidarme de mi entregándome a los demás, por no ser justa siempre conmigo misma, por ser caprichosa, por no valorar el dinero, por pasarme con la generosidad, por tener esa necesidad permanente de aprender, por mis grandes dosis de impaciencia, por no mirar atrás. Lo siento perdóname.

Pido perdón y sigo pidiendo perdón a todos y cada uno de los seres que me he cruzado en mi vida y con quienes aún tengo una cuenta sin saldar, poco a poco vacío la mochila de los perdones pendientes, y me libero de esa carga, que pesa y no aporta, solo lastra.

Y una vez saldada la deuda del perdón, doy las gracias desde el centro de mi pecho, con convicción, con sentimiento, agarro el arco entre mis brazos y disparo la flecha de los deseos, que apunte a los más bonitos, a los más alegres, a los que rozan las estrellas más hermosas, a los capaces de transformar cuanto tocan, a los que nos rocían de abundancia, a los que me permitan sentir mariposas en el estómago, a los más puros, íntegros, auténticos, aquellos cuya energía sutil vibre en una frecuencia más elevada y me ayude a seguir creciendo.

Si te apetece, te propongo que cojas un boli, un papel y comiences a mirar dentro de ti para pedir perdón a quienes sientas, uno a uno, discúlpate con ellos sintiéndolo de verdad. Cuando termines quémalo, rómpelo, tíralo, deshazte de el, y permite que se lleve con el todos tus lastres.

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