MÚSICA PARA LA TRANSFORMACIÓN
La música es una vibración que puede llegar desde lo más denso hasta lo más ligero.
Cada una de sus notas vibra de una determinada manera, en una determinada frecuencia que conecta con una parte concreta de nosotros.
A través de la música nos conectamos no solamente con recuerdos, con emociones, ideas o creencias de esta vida, sino que nos conectamos también con recuerdos de otras vidas, de otras estancias, de otros planos.
Y de manera inconsciente les permitimos recorrernos de nuevo, a veces abriendo viejas heridas, otras veces recobrando fuerzas y recuperando sabiduría que aún estaba dormida en esta encarnación.
Pero además la música en su conjunto nos permite reactivar partes de nuestra biología física y etérica.
No somos aún muy conscientes del poder de la música, del poder que la vibración de la música representa.
Su efecto en nosotros es muy poderoso, a veces determinante, y deberíamos ser más conscientes cuando permitamos que nos acompañe en el camino.
Los diferentes ritmos, las diferentes notas, los diferentes instrumentos tienen un efecto absolutamente único en nosotros y muy diferentes unos de otros.
En algunas ocasiones nos conectan con nuestras sombras, con esa parte de nosotros mismos que no deseamos ver, con esas emociones que nos han dicho que debemos reprimir, con esas creencias que parece que no debemos tener.
Y en el momento en el que todo eso aparece y se nos muestra deberíamos cambiar lo que estamos escuchando y elegir otro tipo de música, de ritmo, de frecuencia, para seguir haciendo el trabajo de iluminación de nuestros corazones.
La música es una herramienta, es un instrumento más que La Fuente (o como quiera que llamemos a la fuerza creadora universal) pone a nuestra disposición.
No solamente es algo lúdico, es una terapia en sí misma, es una ayuda, es un espejo.
En algunas ocasiones sirve para calmar nuestros enfados, para aliviar nuestras tristezas para ayudarnos a vaciar esas emociones que tanto nos lastran.
En otras ocasiones la música nos ayuda a rememorar, y aunque parezca banal aquello que llega a nuestros recuerdos no lo es, nunca lo es.
Ella permite que abramos puertas que habíamos cerrado sin comprender, sin integrar. Y de manera muy sutil, suavemente, nos permite volverlas a abrir ahora que estamos preparados.
Y esa sabiduría entra en nosotros como una brisa fresca, suave, sin esfuerzo.
Hay algunos ritmos intensos, rápidos y enérgicos, con sonidos graves, profundos, rotundos, que mueven nuestros chakras inferiores, nuestros cuerpos sutiles más densos, que los sacuden y nos permiten conectarnos con esas partes de nosotros mismos que aún no están en equilibrio.
Nos permiten soltar emociones y creencias que aún siguen muy arraigadas a esas partes inferiores, a esas partes más instintivas, más primarias.
Quizá llegue a nosotros de nuevo la ira, o el poder sobre el otro, o el orgullo, o la frustración.
Y está bien, porque así somos capaces de verlas de nuevo, de reconocerlas, de saber que están ahí aún.
Cuando estén ahí, de nuevo, podemos ayudarnos con una música alegre, ligera, fresca, para disolver esos sentimientos tan densos, para que nos permitan ver qué lección o qué sabiduría integraban y poder soltarlos y dejarlos ir.
Por todo esto debemos ser cuidadosos con la música que elegimos en cada momento.
Elijamos también con sumo cuidado las letras que incorpora, porque recordemos que las palabras unidas a la emoción son poderosas creadoras de nuestras realidades, y a veces de manera banal, de manera no consciente, creamos nuestros entornos al entonar con fervor una canción.
No banalicemos el uso de la música, no porque se escuche bajito en el fondo de una habitación no nos afecta.
Recordemos que es vibración y eso no sólo nos afecta a través del oído, afecta a nuestro entorno en el momento en que vibra en él aunque sea levemente a través de cualquier reproductor.
Pero de la misma forma que las palabras y la música nos pueden afectar de una forma no deseada, también podemos usar la música para materializar aquello que tanto soñamos en nuestros corazones.
Sintiendo la música corriendo por nuestras venas mientras cantamos las letras, sintiendo en cada poro de nuestro ser que eso que entonamos ya es una realidad, que aquello que dice la letra está descendiendo a nuestro plano a través de la música, a través de nuestra intención, de nuestro fervor, de nuestra ilusión, de nuestro empuje.
Si además acompañamos la música con aromas, con colores, con sabores, todo se magnificará.
Su efecto en nosotros se multiplicará por mil.
Recordemos que somos seres multidimensionales y por tanto no sólo afectamos a este plano sino a muchos otros, de la misma forma que somos influenciados desde muchos planos de conciencia, desde muchas versiones de nosotros mismos.
Es por eso que cuantas más herramientas utilicemos a la vez, mayor será el efecto y más duradero.
Consideremos la música como uno de los mayores regalos que La Fuente nos ha hecho.
Aprendamos a usarla con consciencia, aprendamos a disfrutarla con plenitud.
Conectemos desde el corazón con la música, agradezcámosle su maravillosa función en nosotros.
Que la música nos acompañe siempre.
0 comentarios