NUESTROS MAYORES

por | Mar 11, 2018 | Reflexión | 0 Comentarios

[vc_row css_animation=»» row_type=»row» use_row_as_full_screen_section=»no» type=»full_width» angled_section=»no» text_align=»left» background_image_as_pattern=»without_pattern»][vc_column][vc_column_text]Un mes y 11 días antes de cumplir 106 años murió, se le paró el corazón, dejó de respirar dulcemente, con la dignidad que vivió así murió. Se fue de forma natural, sin tensión, sin violencia, en paz, con mi mano en su mano, con respeto y con amor, mucho amor. Rodeado de todo el amor de sus hijas, sus nietos y sus biznietos.

Mi madre los cinco últimos años se entregó a cuidarle como si fuera su bebé, mi abuelo tenía su mente lúcida, activa, él siempre fue y siempre será un maestro de escuela, leyendo, resolviendo problemas, escribiendo otros para que los resolviéramos nosotros. Pero no caminaba, dejó de utilizar sus piernas, dependía de otros para que le movieran, primero estaba en una silla y a mi madre le ayudaban a levantarle de la cama a la silla y de la silla a la cama, después pasó a una silla de ruedas de la misma manera. Mi madre le cuidaba la piel y le movía para que no le salieran escaras y cuando le salía alguna investigaba para ponerle todos los remedios naturales que le ayudaran, sin lastimarle nada.

Cuando íbamos a verle nos contaba cosas de su familia, de su pueblo, de la guerra civil, de sus alumnos… historias que unas veces conocíamos y otras no, historias que te trasladaban a una España oscura, dura, pero de años felices en los que ejercía como maestro de escuela, absolutamente vocacional. A medida que fue cumpliendo años se iba acercando más a su infancia, y en los últimos tiempos nos hablaba como si fuera pequeño y estuviera jugando con sus hermanos y hermanas. Es curiosa la mente. Cuando más mayor te haces, mas niño eres. Incluso en esos momentos él mantenía perfectamente una conversación, aunque no tuviera claro quien eras exáctamente, él sabía que te conocía o que eras de la familia.

Mi abuela fue el gran amor de su vida, una mujer excepcional, única, fuerte como una roca, dura capaz de llevar el mundo sobre sus hombros, y al mismo tiempo hacer desaparecer todos los males con el poder del abrazo, de hacerte sentir segura solo con la forma en la que te miraba, con esos ojos tan expresivos, limpios, compasivos y amorosos. Murió a los 89 años un cáncer de esófago se la llevó por delante, en unos pocos meses, dejando un tremendo vacio, y un dolor profundo a toda la familia. En especial a mi abuelo. Estuvo muchos años besando su foto cada noche antes de dormir y cada mañana cuando se levantaba. Hasta que un día, se olvidó o quiso olvidarse, porque nunca tuvo demencia senil, que había estado casado y que la compañera de su vida ya no estaba junto a él. Y cuando las amigas de mi madre o la médico o las enfermeras iban a visitarle les decía, yo soy soltero.

Yo me crié con ellos, mis padres, mis referentes, mis valores, mi infancia, todo ha sido gracias a ellos. Viví con ellos hasta los 17 años. Son y han sido todo para mi. Siguen siendo una parte indispensable de mi vida, mientras yo viva ellos seguirán vivos en mi memoria. Y ahora veo en algunos casos como tratamos a nuestros ancianos, como les apartamos, como sentimos que nos molestan, que son una carga y sin juicios, me pregunto si como sociedad estamos haciendo todo lo que podemos hacer, si como sociedad están ocupando el lugar que se merecen.

Os quiero muchísimo. Gracias, gracias, gracias.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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