Hay tanta información y tantos hermosos grupos de trabajo de apoyo a la ascensión planetaria que todos aquellos que buscan, los buscadores de respuestas del alma que todos llevamos dentro, encontrarán.

¿Qué es la ascensión? Simplificándolo mucho, se trataría de un cambio de incremento notable de vibración. Hemos pactado estar en el aquí y en el ahora de este momento para contribuir y ayudar en esa ascensión, de la manera que sea, con nuestra actitud, con nuestra evolución, con nuestro trabajo, con nuestros pensamientos, con nuestra intención o con nuestro despertar al servicio de los demás, al servicio de la luz.

Esto implica un trabajo individual, un trabajo de desarrollo personal. No podemos ayudar a los demás, si antes no hemos hecho nuestros deberes para con nosotros mismos. Nos han enseñado a desconectarnos del ser en una era de conexión digital que nos aleja más y más los unos de los otros, a llevar la etiqueta de egoístas si tratábamos de priorizarnos, a perseguir metas materiales que nos ofrecen una felicidad fugaz y alimentan la insatisfacción, a mirar fuera compitiendo con los otros invitándonos a pisarnos sin piedad, creando enemigos en vez de hermanos, a correr hacia delante incluso si tener un norte claro, a huir de nuestras emociones y en la medida de lo posible a anularlas. Hemos perdido la libertad presumiendo de nuestros grilletes dorados.

Hasta el día en el que uno despierta, esa alarma que estaba incluida en el pacto de vida, comienza a sonar, y todo cuanto hemos conseguido se desmorona. Comenzamos a ver donde estamos, con quien estamos, a sentir que los valores que siempre hemos defendido ya no resuenan con nosotros. Surge la inmediata y urgente necesidad de salir de ahí. Nos miramos y no sabemos quienes somos.

El entramado de patrones de conducta y de educación limitantes que nos han tejido se enfrentan a muerte con la necesidad de que todo arda. La culpa, las obligaciones mal entendidas, los miedos, las lealtades, los sacrificios….. Si no oímos esa alarma, la vida se encargará de hacerla sonar a través de cambios bruscos, accidentes, enfermedades, pérdidas…

Porque hemos venido aquí a ayudar en esa ascensión, a formar parte de ella, a cambiar nuestra escala de valores, a dejar de vibrar en el miedo, en la competitividad, en la deshumanización. A abrazar a los otros, como si fuéramos uno, a dejar de juzgar, a dejar de señalar, a dejar de mirar desde un púlpito de razón y soberbia. A entender que cada uno está en su propio proceso y que todo, absolutamente todo, es perfecto.

Si necesitan nuestra ayuda nos la pedirán y si necesitan vivir su propio aprendizaje por su cuenta, no podemos acelerar su proceso, tan solo acompañarlos, sostenerlos o acogerlos con amor incondicional si fuera el caso, mientras el respeto se hace imprescindible en todo momento.

Porque hemos venido aquí a sembrar la «semilla Crística», es decir a vivir desde el corazón, a amar desde el corazón, a respetar, a empatizar, a consolar, a entender que todo, todo, todo es como debe ser. Que el trabajo está en uno, cuando tu cambias, todo cambia. Todo lo que nos rodea está sutilmente y perfectamente ideado para que aprendamos, soltemos, avancemos, integremos y vayamos superando cada una de las lecciones que nosotros mismos hemos diseñado estratégicamente en este camino.

Es hora de dejar de mirar a los demás como amenazas, culpables de nuestros males; a las circunstancias de la vida como desgracias o mala suerte porque cada actor y escenario de esta enorme fantasía que creemos real, está a disposición de nuestro plan de vida.

Este trabajo personal de ascensión está destinado a ti, a trabajarte tu, desde la honestidad, la humildad, el amor profundo a quien eres, al ser de luz amoroso y eterno que cambia de traje, pero que brilla perfecto en su esencia. A entender que todos somos únicos y al mismo tiempo uno.

Te propongo que te pares, que respires, que te sientas orgulloso de quien eres, que hagas las paces contigo, con tu pasado, con los que te han agitado y comiences a enviarte atención, amor, cariño, cuidados. Comiences a descubrirte con ternura, dirigir la atención a ti, escucharte. Deja de pensarte y comienza a sentirte. El viaje interior es el viaje más fascinante y maravilloso que podemos hacer.

Siente esa semilla de amor en ti. Mira con amor lo que vives y como vives, lo que escuchas, lo que permites, lo que no te gusta, lo que depende de ti y cámbiate tu. No pretendas cambiar a nadie. El cambio está en ti. La ascensión es tuya, el incremento de esa vibración te hará volar, crecer, conectarte con la vida como jamás has sentido.

Despertarás y lo que creías real dejará de serlo, recordarás que eres, quién eres y cual es el propósito de tu vida en este instante, en este aquí y ahora. Conecta con tu intuición, ella será la brújula de tu camino, de tu nueva forma de caminar. Posiblemente se romperán tus esquemas y aprenderás a desaprender todo lo que antes estaba anclado en ti. Es un bello, hermoso y esperado renacimiento. No volverás a ser el mismo.

Nadie lo podrá hacer por tí, es tu camino, es tu proceso, es tu decisión. Deberás tomar las riendas de tu vida, de tu encarnación y de tu existencia. No se puede delegar, ni comprar, ni contratar, ni exigir, ni hacer un curso para incrementar la vibración.

Únicamente depende de ti, cuando sientas que debes conectar con tu corazón, mirarte dentro y darte el permiso para abrir las compuertas del amor (primero hacia ti mismo), en ese momento u otro similar habrás aceptado con el libre albedrio tu misión y recordarás.

Eres luz, eres amor, eres un ser espiritual viviendo una experiencia humana. Feliz ascensión hermano.

Gracias por tu aportación, lo creas o no, cada uno de nosotros aportará ese granito increíble de arena que elevará la consciencia de todos y ayudará a la ascensión de Gaia. Si esto resuena en ti, es porque eres parte activa de todo ello junto con millones de seres amorosos que nos ayudan.

Gracias, gracias, gracias.