Cuando el mundo se detenga quiero estar tumbada en una playa de arena fina, acariciada bajo el sol, sin demasiado calor, pero sí el suficiente para alejar el frío, escuchando el sonido de las suaves olas coqueteando una y otra vez con la orilla, dejando a su paso una espuma leve que desaparece al poco tiempo y dibuja nuevos relieves. Cada vez el murmullo de esas olas es diferente. Es único. La cadencia cambia. La fuerza cambia. El ritmo cambia. El sonido cambia. Todo cambia. El mundo, la vida, la energía, la naturaleza, los átomos, el cielo, el universo, todo está en constante cambio y movimiento.
Nos pasamos la vida creando hábitos y costumbres porque necesitamos esas rutinas para sentirnos seguros, nos levantamos a la misma hora, repetimos sistemáticamente los mismos pasos cada mañana, nos dejamos llevar por manías. Creemos que si hacemos esto mantenemos la vida bajo control. Pero nos engañamos porque no hay nada bajo control. Hay momentos en los que creemos que no pasa nada nuevo, que nada cambia, que todo es igual, que siempre es lo mismo. Incluso muchas veces hasta nos hastía, nos aburre, nos cansa y es ahí cuando comenzamos a fantasear con cosas más excitantes, a crear vidas paralelas en nuestra cabeza, a vivir permanentemente en el mañana, a desear una nueva ilusión sentimental, da igual que estemos casados y llevemos años con nuestra pareja, o bien creamos a alguien imaginario, o bien ese compañer@ de trabajo tan sexy lo imaginamos en mil y un sueños. O eso lo vivimos también en el ámbito profesional, deseando un nuevo jefe, o un trabajo diferente, otro puesto, ese ansiado ascenso. También nos imaginamos viajando, viajar a países exóticos, tampoco importa si nos da miedo volar, o somos de los que queremos viajar siempre a países desarrollados y no nos vemos como mochileros en la India. Y esas inocentes fantasías nos ayudan a sobrellevar la apatía, la monotonía y esa sensación de estar enjaulado en un lugar en el que no queremos estar, sin poder movernos. Nos conformamos con ser espectadores pasivos de nuestra vida, en vez de actores principales, acomodándonos en la queja, sin mover un dedo para cambiarlo de forma directa, y dejando que el reloj vital siga su curso. Y al final esa fina línea entre lo real y lo imaginario se difumina. Es cuando la cordura va dejando paso a los delirios. Y sin darnos cuenta cocreamos. Es cuando tus pensamientos crean. Lo que pensamos lo estamos proyectando incluso de forma inconsciente.
Si miramos a nuestro alrededor encontramos mucha gente que vive así, son como autómatas, como zombies, aparentemente correctos en sus formas, y desenfrenados con sus locuras. Hay tanta gente buscando fuera vías de escape que le permitan dormitar sus sueños mientras están conscientes. Hay tantas agendas ocultas en la mente, como existencias permanentemente insatisfechas. Miramos fuera en vez de mirar dentro. Las respuestas están en nuestro interior. La felicidad que vamos persiguiendo sin tregua creyendo verla en personas, en lugares, en objetivos, en logros materiales, en el futuro que nunca llega, está dentro de nosotros.
Pero un día te levantas y te das cuenta que la vida no se detiene, no descansa, no hace paradas, las estaciones no dejan de cambiar cada tres meses, ni el sol deja de salir y ponerse cada día, tu sigues cumpliendo años seas o no consciente de ello. Y todo cambia a tu alrededor, las parejas se rompen, en los trabajos hay movimientos, despidos, bajas voluntarias; los amigos entran y salen; en la familia unos nacen y otros mueren; los cuerpos envejecen, enferman, evolucionan y se adaptan a todo. Algunas de esas fantasías se han podido convertir, en parte, en realidad, esos pensamientos que hemos estado machacando constantemente en nuestra mente han logrado crear lo que te rodea. Porque no es más que eso. La realidad es lo que tu crees que existe y de la forma en la que tu lo ves. Es lo que tu mente confecciona, lo que tus pensamientos modelan, con la intensidad que tu le imprimes y con la nota de color que se manifieste en tu personalidad.
Por eso es muy importante cuidar lo que pensamos y asegurarnos que lo hacemos siempre desde una óptica positiva, con honestidad, amor y respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás. Si nos mantenemos en la espiral de “todo me sale mal”, todo te va a salir mal, porque lo atraemos. Cambia tus pensamientos y cambiarás tu realidad. En la vida nos van a pasar muchas cosas, unas mejores otras no tan buenas, lo que cambia es la actitud con la que nos enfrentamos a ello, el gesto con el que seguimos hacia delante, los sentimientos que digerimos y que sanamos. Venga lo que venga, sonríe, agradece, acepta, perdona, aprende y sigue fluyendo. Todo es perfecto. Mantente disfrutando de la vida, viviendo en ese aquí y ahora, ese momento presente que es lo único que existe. No viviendo en el futuro, siempre lejos, siempre más allá, siempre en lo que alcanzaré mañana, pasado, al mes, al año, a los 5 años, a los 10 años…. Porque se nos escapa la vida entre las manos hoy y no podemos sostenerla, eso no depende de nosotros, ni está bajo control. Con lo único que cuentas es con el ahora, con este momento, este instante. Todo lo demás siempre será un regalo. Decide si quieres seguir malgastándolo o aprender a exprimirlo.
Seamos felices, alejemos de nuestras vidas aquello que nos perturba, que nos quita la paz. deja atrás tus rutinas, rompe los moldes que te encorsetan, quítate las máscaras que ocultan quien eres, crea nuevos hábitos y cámbialos de vez en cuando, cada día haz algo diferente que te haga sentir bien, sé honesto contigo y con los demás, exprésate, dí qué quieres y cómo lo quieres. Juega, diviértete, comparte, vuelve a sentirte un niño subiendo un árbol, libre, feliz, alegre, riendo a carcajadas. Empodérate, confía en ti, en tu sabiduría innata. Recupera esa ingenuidad, esa ilusión para mirar la vida y creer que todo es posible, «porque todo sí es posible», para compartir los grandes momentos buenos o malos con los amigos, para enamorarse sin miedo, sin red, para vivir en plenitud, desde el corazón, desde tu autenticidad, desde la diversión. Todo es mucho más fácil y natural de lo que pensamos. Comienza a vivir desde ti y hacia ti y serás una bendición para todos los demás.
Desde esa playa, mientras escucho el mar susurrándome en los oídos, noto la arena dorada, cálida y fina acomodándose en mi piel y siento el sol, la fuerza del astro rey recorriendo todo mi cuerpo y llenándome de energía, una energía poderosa, fuerte, resistente que me hace sentir desbordante de felicidad, que me impulsa a volar lejos, muy lejos. Por eso me levanto y camino, pinto mis huellas en la arena para que otros puedan encontrar un nuevo rumbo si lo necesitan. Miro hacia el horizonte, hacia ese apacible mar azul turquesa que me hace sentir viva, vibrante, dichosa, luciendo una enorme sonrisa que no comienza en los labios, sino en el alma.
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