SEGUNDA OPORTUNIDAD

por | Jul 27, 2018 | Reflexión | 0 Comentarios

Detienes el coche, te sientes mareado, las sienes te laten, el corazón galopa a un ritmo desorbitado, caen gotas de sudor por tu frente, en las manos aparece una sensación de hormigueo, mientras tratas de mantener la conversación telefónica, no te escucha, estás tratando de explicarte y no te escucha, tu jefe habla y habla sin parar, pero no escucha, va hilando una conversación con otra y en todas ellas tu debías haber hecho más de lo que has hecho, y mejor de lo que has hecho, siempre es igual…. te cuesta respirar cada vez más y notas como el dolor que sentías en el estomago se incrementa, y sube y notas una presión muy desagradable en el pecho, sueltas el móvil y te llevas las dos manos al corazón, me voy a morir, piensas, entre el pánico y el miedo y tratas de gritar pero no sale tu voz, gritas, gritas, gritas en silencio, todo se va nublando a tu alrededor mientras el dolor se agudiza y tienes la sensación de ir viendo escenas de tu vida que pasan como si fueran diapositivas, con un ritmo lento, con un tempo exacto, imágenes que tenías olvidadas y que incluso algunas de ellas que ni si quiera recordabas. El corazón se para. Todo se detiene en un instante. Un sabor extraño a cobre se instala en tu boca. Tu cuerpo cae desplomado y pierdes la consciencia.

Todo es blanco, un blanco que te rodea que no te deja ver más allá, un blanco denso, como una niebla, no es incómodo sino relajante y poco a poco ese blanco denso va dejando paso a un color blanco más cálido, luminoso, cegador, brillante, mucho más ligero. En tu cuerpo experimentas una extraña sensación de ingravidez, de expansión, de paz y ese color que te rodea se va dispersando y descubres que estás flotando por encima de tu coche, que hay una ambulancia, coches parados, gente mirando, policía, que lo escuchas todo como si estuvieras lejos, muy lejos. Están sacando a una persona del coche y te das cuenta que esa persona eres tu, es tu cuerpo, pero no te identificas con él. Te sientes desapegado, eres un observador neutral, miras la escena con una extraña sensación de distancia emocional y a mismo tiempo con pena. Te da mucha pena haber acabado así.

Desaparece la realidad que ves, vuelve a cubrirse toda la escena de blanco denso, y sientes una luz muy intensa, una luz dorada, cálida, agradable que te proporciona mas paz, un paz plena que no has sentido jamás. Y dentro de esa luz sientes una presencia de un ser a quien ya conoces, es un reencuentro y la alegría te desborda, la felicidad te llena, generosa, entregada, pura. Te sonríe y te da la bienvenida, te pregunta como estás, te invita a que le acompañes para mostrarte donde estás y porqué. Revive junto a ti recuerdos de otros momentos que habéis compartido juntos. Y te pregunta si crees que has logrado tu propósito de vida. Las escenas que veías en diapositivas aparecen ante vosotros mucho más refinadas, ahora se muestran como si fueran una obra de teatro, los personajes casi puedes tocarlos. Las escenas son diferentes a las anteriores. Esta vez te muestran en qué momentos no has seguido el camino que te habías marcado, por distracciones, por miedos, por falta de voluntad, por falta de confianza. Ese ser te sonríe y te dice que aún no es tu momento, que aún tienes cosas pendientes para poder realizar tu propósito. Te sientes frustrado de repente, no quieres regresar, estás en paz, fluyes en amor, en un estado de armonía, con unas sensaciones muy diferentes a las que conoces. Nuevamente todo vuelve a ser blanco opaco.

Abres los ojos, descubres que estás en el hospital, con cables en tu cuerpo, a tu lado está tu mujer y tu hija, te duele todo, tienes la boca seca, pesadez en la cabeza y te sientes muy confundido. No estás seguro de lo que ha pasado, o lo que has vivido o de si tal vez lo has soñado, ya dudas de todo. Lo que si sacas en conclusión es que es momento de coger las riendas de tu vida, de establecer las nuevas prioridades, de dejarte vivir aceptando, fluyendo, sintiendo. La vida de semi-esclavitud, de falta de respeto, de urgencias infantiles en ese trabajo se acabó. Te sentías tan acorralado, tan enjaulado en un lugar en el que no sabías que no pertenecías, con personas cada vez más deshumanizadas y tu ibas a correr la misma suerte, con un nivel de estrés absurdo, alimentado por la mediocridad y los miedos. Y creías que debías seguir ahí para mantener lo que te han educado a poseer y desear, patrones arcaicos por los que casi pierdes la vida. A partir de ahora vas a establecer lo que quieres, como lo quieres, de la forma que lo quieres.

Vive tu vida como desees, pero que seas tu quien elige. No vivas deseando ser otro o soñando con otra forma de vivir. Aléjate de entornos que están lejos de tus valores, no trabajes en lo que no te permita ser tu mismo, trata de ganarte la vida con lo que te haga verdaderamente feliz, permítete crecer de dentro hacia afuera. A quien tienes que rendir cuentas de tu vida es a ti mismo. Estás aquí y ahora para evolucionar, compartir, ayudar y ser cada día un poco más feliz. Y cuando no veas la salida, párate y escucha a tu corazón, él siempre tiene la respuesta.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entradas recientes

Categorías

SUSCRÍBETE A NUESTRO BLOG

SÍGUENOS EN YOUTUBE

Pin It on Pinterest