Y de repente entendí como me había alejado de mi misma y regresé a mi esencia, a la libertad de sentirme viva a borbotones.
Y de repente entendí que la vida era mucho más simple de lo que yo pensaba, la única complejidad estaba en mi mente y en la forma de afrontar cada experiencia.
Y de repente entendí lo afortunada que era por tener tantas cosas que merecían la pena.
Y de repente entendí que cada una de mis sonrisas era capaz de pintar estrellas en el cielo y de rozar con ternura el alma.
Y de repente entendí que cuando más me alejo de todo, más y mejor acompañada me siento.
Y de repente entendí que todo pasa para mi bien mayor, sea o no consciente, sea o no cómplice de ello.
Y de repente entendí que cuando los seres solo escuchan la melodía de su propia voz es el momento de caminar solos.
Y de repente entendí lo que era sentirse en paz, porque cada vez me hacía más feliz mirar hacía dentro y menos hacia fuera.
Y de repente entendí que era mejor no maravillarme con las lucecitas de colores que desde el exterior me llaman, sino a aprender como hacer brillar la luz que habita en mi.
Y de repente entendí que todo es perfecto, que sin hacer nada la vida me aleja lo que no es para mi y me acerca lo que sí es.
Y de repente entendí que nada es real, que todo es cuestionable y que debemos romper las cadenas que nos limitan, nos enjuician y nos etiquetan.
Y de repente entendí que debía ponerme en primer lugar más a menudo y que para poder dar a los demás a quien no puedo negar nada es a mi misma.
Y de repente entendí que debía abusar del perdón, porque no se trata de un regalo para los otros, merecido o no, sino de un premio para uno mismo que nos devuelve la serenidad.
Y de repente entendí que no debía buscar balsas a mi alrededor porque yo me sostengo sola, puedo ir acompañada o no, pero no necesito que nadie me mantenga a flote.
Y de repente entendí que no debía olvidar de donde partía, que debía mirar atrás de vez en cuando para observar con orgullo el camino recorrido.
Y de repente entendí como diferenciar cuando se expresa mi corazón a través de la intuición y cuando lo hace la mente a través del ego.
Y de repente entendí que todo lo que pasa, cuando pasa y de la forma que pasa es producto de la causalidad nunca de la casualidad.
Y de repente entendí que cada día era único, que cada segundo era un regalo, que cada instante era un misterio por descubrir.
Y de repente entendí que la vida es un maravilloso regalo en el aquí y en el ahora.
Y de repente entendí que soy la única responsable de mi vida, de mi felicidad, de mi alegría, de mi equilibrio.
Y de repente entendí que yo soy abundancia infinita, colmada de familia, amigos, vivencias, risas y felicidad.
Y de repente entendí que soy un canal, un resonador, un despertador de consciencias, una chispa de luz, una sostenedora, una acompañante invisible del proceso.
Y de repente entendí que yo soy tu, y el otro, y aquellos, que todos somos uno y que cada palabra, gesto, pensamiento o acto tiene un impacto en los demás.
Y de repente entendí que el fluir es la única forma de caminar, el desapego es la única forma de amar, la aceptación es la única forma de reaccionar y la alegría es la única forma de vivir.
Y de repente entendí que la vida es una ilusión, dormitamos en un sueño lúcido hasta despertar con la muerte física.
Y de repente entendí que el principio y el fin, el todo y la nada, la gran respuesta a todas nuestras preguntas, la pócima mágica de la eternidad, el fin máximo de nuestra encarnación es, sin duda alguna, vivir desde EL AMOR.
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